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| Foto: El Corazón de tu Ciudad |
El Páramo de Sumapaz tiene algo que desarma: un silencio que no calla, sino que explica; un viento que no pasa de largo, sino que conversa; un territorio que no se muestra, sino que se entrega. Allí, entre la neblina que abraza la montaña, el tiempo parece suspenderse para recordarnos de dónde viene el agua que sostiene la vida de millones.
Nuestra visita, junto al equipo de prensa de El Corazón de tu Ciudad, Oír Radio y la Revista ABC de la Salud, no fue un simple recorrido turístico. Fue una experiencia de observación, escucha y aprendizaje junto a líderes ambientales, campesinos y guardianes del territorio. Una jornada que nos llevó a comprender, con la piel y los sentidos, la importancia de este ecosistema sagrado.
El agua nace aquí
Desde el primer instante, el recibimiento fue cálido y consciente. Los guías y gestores del territorio nos recibieron con una mezcla de amabilidad y precisión técnica que solo se encuentra en quienes conocen su tierra. La guía local inició con una frase que marcaría el rumbo de todo el recorrido:
“El agua que ustedes reciben en sus casas nace aquí. Por eso este territorio no es solo nuestro; es de todos y para todos”.
Esa frase quedó suspendida en el aire frío del páramo como una verdad que interpela. Mientras avanzábamos entre frailejones y pajonales, entendimos que cada gota que llega a Bogotá pasa antes por estas montañas. El Sumapaz, el páramo más grande del mundo, respira, filtra y entrega vida silenciosamente.
Voces del territorio
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| Foto: El Corazón de tu Ciudad |
Durante el camino, las conversaciones fluyeron sin prisa. Campesinos que han habitado estas tierras durante generaciones compartieron sus historias: las lluvias que ya no llegan cuando deberían, los cultivos que se adaptan como pueden, la tensión constante entre la conservación y la necesidad de subsistir.
Entre palabra y palabra, los comunicadores tomábamos nota, grabábamos sonidos, hacíamos preguntas. La interacción fue un diálogo vivo entre ciencia, experiencia y periodismo. Cada relato era una pieza de un rompecabezas mayor: el del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
| Foto: Oiradio TV |
El páramo como aula abierta
Los descansos no eran pausas, sino encuentros. En pequeños círculos, a la sombra del frailejón o al borde de un arroyo, surgieron ideas que hoy se transforman en compromisos: producir contenidos que hablen del agua con un lenguaje cercano; impulsar la educación ambiental desde las narrativas locales; y tender puentes entre medios comunitarios e instituciones para visibilizar las buenas prácticas de protección del páramo.
La propuesta más fuerte fue clara: que las comunidades campesinas del Sumapaz no solo sean protagonistas, sino también narradoras de sus propias historias. Porque nadie cuenta mejor un territorio que quien lo habita y lo siente.
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| Foto: El Corazón de tu Ciudad |
La jornada terminó con la certeza de que este ecosistema, además de ser un tesoro ecológico, es una escuela viva de ciudadanía ambiental. Protegerlo implica más que leyes: requiere conocimiento, sensibilidad y comunicación responsable.
Como comunicadores, comprendimos que cuidar la salud del territorio es también cuidar la salud humana. Que el agua no se defiende con discursos aislados, sino con trabajo conjunto entre medios, ciencia, comunidades e instituciones.
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| Foto: Manuel Fernando Castro |
El mensaje del Sumapaz
Al despedirnos, el páramo volvió a su silencio lleno de significado. El viento soplaba como si repitiera, una vez más, que el agua es memoria y futuro.
La visita no fue una simple cobertura periodística: fue un ejercicio de corresponsabilidad y esperanza. Una invitación a mirar la agenda ambiental con otros ojos y a ejercer el periodismo con sensibilidad, rigor y sentido colectivo.
El Sumapaz nos habló. Ahora nos corresponde transmitir su mensaje con la altura, el respeto y el compromiso que merece.



