La Alcaldía de Bogotá y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte presentaron hoy el balance de la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25. La BOG25, que se realizó del 20 de septiembre al 9 de noviembre, constituye un hito cultural sin precedentes, pues no solo superó las expectativas de asistencia y movilización de públicos, sino que hizo posible que los bogotanos miraran con orgullo y ojos renovados su ciudad, y la redescubrieran en una nueva conversación a través del arte.

En palabras del alcalde Carlos Fernando Galán Pachón, “hicimos historia con la Bienal BOG25 gracias al liderazgo de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y al apoyo de importantes aliados públicos y privados a los que agradecemos haberse sumado a esta gran apuesta de ciudad, que propuso una nueva conversación en torno a los vínculos entre arte y ciudadanía. Más de 3 millones de personas se conectaron de alguna forma con la Bienal, más de 500 mil en sus sedes y más de 2 millones y medio que visitaron o recorrieron las obras en el espacio público. Todo esto nos impulsa a seguir trabajando con la mira puesta en BOG27, en función de democratizar el acceso al arte, implantar una nueva narrativa en la ciudad en torno a la vida, y seguir posicionando a Bogotá como un referente cultural a nivel internacional. ¡Muchas gracias a quienes hicieron posible BOG25 y nos vemos en dos años, en BOG27!”

Por su parte, el secretario de Cultura, Recreación y Deporte, Santiago Trujillo Escobar, destacó el valor de BOG25 en términos de orgullo de ciudad, reivindicación de la cultura como espacio de transformación social, e internacionalización y posicionamiento de Bogotá como sede de grandes eventos culturales. “La Bienal fue, ante todo, un gran acto de amor por Bogotá, una declaración colectiva que reafirmó que esta ciudad tan vasta, tan compleja sigue siendo capaz de sorprenderse y de creer en sí misma. La Bienal no sólo cambió el paisaje urbano; sino la forma en que nos miramos unos a otros como habitantes de un mismo territorio. Fue una estrategia pensada con rigor y liderada con entusiasmo por el alcalde Carlos Fernando Galán, vivida con intensidad y emoción. Un proyecto que, más allá de su dimensión artística, sembró orgullo y confianza en medio del ruido y la polarización”, concluyó Trujillo.

Con una muestra artística conformada por más de 250 artistas locales, nacionales e internacionales de 12 países, una curaduría central que interpeló desde el arte la noción de felicidad y bienestar en Bogotá, cinco curadurías independientes, una amplia muestra de arte barrial y popular, y una delegación de mujeres artistas de la Ciudad de México como invitada de honor, la BOG25 puso el arte al alcance de todos los públicos y edades en espacios públicos y expositivos de acceso gratuito en sus 28 sedes.

La Bienal también logró un destacado impacto social, de inclusión y diversidad, al abrir el espectro y la actividad artística a la participación de personas en situación de discapacidad, ex habitantes de calle y personas en proceso de superación de vida de calle, personas LGBTIQ+, personas en situación de discapacidad cognitiva, niños, jóvenes y adultos mayores, quienes cocrearon obras y disfrutaron actividades de mediación en el marco del evento.

BOG25 como hito cultural y nueva conversación de ciudad

Si bien hay importantes antecedentes de bienales de arte en Colombia, en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, la BOG25 marca un hito para el ecosistema artístico de la ciudad y del país por tres razones: una, es la bienal más extensa que se haya realizado, con siete semanas de duración; dos, contó con la participación de más de 250 artistas y colectivos locales, colombianos e internacionales, la más amplia y diversa que se haya registrado; y tres, logró la mayor movilización de públicos conocida hasta hoy para un evento de arte en el país: tres millones de personas visitaron o circularon por sus 28 sedes tanto en espacios expositivos como en espacios públicos de Bogotá. Adicional a esto, cerca de dos millones de usuarios del sistema Transmilenio podrán disfrutar las 137 intervenciones de arte urbano en 8 portales y 37 estaciones una vez sean finalizadas y entregadas. Desde su inauguración con el espectáculo inmersivo La casa común, en la Plaza Cultural La Santamaría, al que asistieron 46.000 personas, la Bienal evidenció la necesidad que tenían la ciudad y su ecosistema cultural, de contar con un evento internacional de esta envergadura.

Pero más allá de estas cifras contundentes, la BOG25 logró algo mucho más profundo y significativo: de un lado, instalar una nueva conversación ciudadana en medio del clima de tensión y polarización que atraviesa la sociedad colombiana; y del otro, propiciar una reflexión abierta, diversa y convergente, sobre la felicidad y el bienestar en una ciudad compleja, estratificada y con grandes retos hacia el futuro. La potencia de este mensaje en clave artística, de esta invitación participativa e incluyente a disfrutar, revisitar, y redescubrir la ciudad, su arquitectura, la belleza de sus Cerros Orientales, valiosos referentes patrimoniales como el Palacio de San Francisco, (especialmente renovado con el apoyo de la Gobernación de Cundinamarca para albergar la sede principal de la Bienal); y la memoria de sus mitos fundacionales como el río Vicachá, con epicentro en el Eje Ambiental, hicieron que los bogotanos y los visitantes se volcaran a recorrerla con ojos y sentimientos renovados. Tal como afirmó el secretario de Cultura, Recreación y Deporte, Santiago Trujillo Escobar, “la Bienal tocó el alma de Bogotá y sus habitantes”.

Este nuevo clima de entusiasmo y conexión con la ciudad también dejó un impacto significativo en la percepción de orgullo entre los bogotanos: de 2.091 personas encuestadas en distintos eventos de la Bienal, el 94.3% dijo que el evento les hizo sentir más orgullosos de la oferta cultural de su ciudad.

Y hay más. Obras como La casa en el aire, del argentino Leandro Erlich, que elevó una casa a más de 6 metros de altura en el Parque Lourdes, en pleno corazón de Chapinero, no solo asombró a quienes a diario circulan a diario por allí rumbo a sus hogares o lugares de estudio o trabajo, sino que sembró en ellos una reflexión propia, cotidiana y espontánea, acerca de la obra y su interpretación. Tal fue el impacto afectivo que tuvo la casa colgante en amas de casa, comerciantes y estudiantes, que muchos la asumieron como el sueño que se tiene al llegar de la provincia a Bogotá con el anhelo de adquirir vivienda propia; y otros, quizás más nostálgicos, con la añoranza del desarraigo y lo que significa arrancarse de raíces para volar a otra ciudad en busca de un mejor futuro. Todo este diálogo ciudadano, conmovedor y genuino, se dio de manera natural, sin la mediación de ningún curador de arte y sin complejas explicaciones museográficas. El arte dialogó cara a cara con la gente, y lo de hizo de tal manera, que el propio artista decidió cambiar el nombre de su obra (inicialmente se llamó Pulled by the roots – Arrancada de raíz) y rebautizarla como La casa en el aire, en homenaje a la canción del maestro Rafael Escalona, pero también a la apropiación que de ella hicieron los bogotanos, quienes rápidamente viralizaron en las redes sociales la imagen de la casa elevada con la Basílica Menor de Nuestra Señora de Lourdes como telón de fondo.

Lo propio puede decirse de obras que se quedan en la memoria y los afectos de los bogotanos: Semilla, de Vanessa Sandoval, y Cuna de humedales, de Leonel Vásquez, ambas ubicadas en el Parque de los Novios; el enorme monolito de Iván Argote, Dándole peso a unos besos, instalado en la Plazoleta del Rosario; Pabellón de Las Nieves, la esfera estratigráfica de Alejandro Tobón; Arañas del paraíso, de María Fernanda Cardoso; el globo gigante del Museo Aero Solar y Standard Flag, de John Gerrard, localizada en el Palacio de San Francisco, entre muchas otras.

A su paso por BOG25, Gerrard declaró que “el gran potencial del arte radica, en primer lugar, en plantear preguntas complejas, más que en ofrecer respuestas directas. Pero aún más importante es su capacidad para movilizar al público, tanto emocional como físicamente (…) en este sentido, creo que el tema de la Bienal es una forma de resistencia ante un mundo que en este momento se siente extremadamente desafiante. Las personas deben mantener la esperanza, los sueños, el espíritu, la comunidad, y luchar por el futuro”